Manteca de Karité


La manteca de karité se extrae del árbol del mismo nombre -karité- (Vitellaria Paradoxa) que crece en las sabanas de África occidental y significa “árbol de mantequilla” y “vida” en dialecto africano.



Ésta se obtiene del triturado de los frutos y se encuentra tanto virgen como refinada; las propiedades y composición a las que hago referencia a continuación se refieren exclusivamente al producto virgen, que es el que utilizo en L'Alquimista y el que recomiendo. Para la obtención de la manteca refinada se somete a la misma a un proceso de elaboración mediante disolventes provenientes del petróleo para obtener un producto final blanco e inodoro pero que ha perdido la mayoría de sus propiedades.





Desde hace siglos se usa en las tribus africanas por sus numerosas virtudes y forma parte de la farmacopea de Senegal como descongestionante en esguinces, dolores y reumatismos.



Es rica en ácidos grasos saturados (ácido esteárico, alrededor del 20%; ácido palmítico, alrededor del 5%), monoinsaturados (ácido oleico, entre 60% y 70%) y ácidos grasos del grupo omega 6 (vitamina F, ácido linoleico), estos últimos conocidos por sus propiedades de regeneración celular.

También contiene algo de látex natural lo que le permite absorber los rayos UV (las personas alérgicas al látex deben evitar su uso aunque el porcentaje en la composición es muy bajo) y vitaminas A y E que actúan como antioxidantes.



Es antiinflamatoria, calma la piel irritada, hidrata y nutre en profundidad (tanto la piel como el cabello) y aumenta la actividad de los protectores solares.